miércoles, junio 14, 2006

Cuentos para Benjamin "El Marcianito Klotz" PARTE III- CAP V

V EL REENCUENTRO

Aquel día, después de haber partido desde Sud África a las 8 de la mañana, llegar a Lusaka ala 19 horas, subirnos a un camión a las 23horas de la noche para arribar a Chimfunshi alrededor de la 11 AM, nos recibe “La madame” con su diligencia habitual, cariñosamente nos saluda y con sus 70 y n años trepa al camión y saluda a Toto, quien la mira de mala gana y continúa en su estado habitual. En el refugio fue muy agradable saludar a la gente a quien ya habíamos conocido algunos años atrás: como no alegrarse con los trabajadores quienes nos reconocían, con Willi el hipopótamo quien caminaba libremente por la granja, con los otros chimpancés que estaban en las cercanías de la casa, y por supuesto con Eusebio, un chimpancé que habíamos traído tres años antes, también proveniente de nuestro país y que pertenecía al Zoo Metropolitano de Santiago, quien después de darse cuenta quienes éramos, y que quien venía era Trudi; le bastaron no más de 30 segundos para recordarse de ella y realizarle todo tipo de manifestaciones gestuales, que con seguridad eran de felicidad y de saludo.

Pasó aquel primer día en que “la Madame” y Trudi, analizaban cada uno de los movimientos de Toto. A su lado, en una dependencia semejante a la que él fue dejado, estaba una tierna monita chimpancé de corta edad “Madonna”, quien tenía problemas en su vista y llevaba corto tiempo en el refugio, a la espera de introducirla en un hábitat algo mayor. Grandes eran las manifestaciones emocionales que ella hacía a Toto, quien no parecía inmutarse. Más le preocupaban a él, y por ello fue que trepó alo alto de un árbol de la jaula, los intensos gritos que se escuchaban de los chimpancés adultos, quienes también demostraban su intranquilidad por conocer al recién llegado. Pasó el día con gran alegría para Lorca y Trudi, con la sensación de “misión cumplida”, pudieron recorrer los parajes del refugio, regalonear con Eusebio (*), tomar a Sami un lindo chimpancé de alrededor de 8 meses de vida que estaba gran parte del día en brazos de Madame , pues había sido abandonado por su madre y no lo había alimentado naturalmente y así se fue el día. La Madame parecía tramar algo durante la comida, estaba algo más callada que en ocasiones anteriores, hasta que repentinamente habla:

- ¡ Mañana le abriremos la compuerta a Madonna, la pequeña chimpancé que estaba adyacente a Toto!
- ¡ EEE! Se sintió en el ambiente, todos se alegraron por la decisión. Ya habíamos visto las manifestaciones de cariño (aparentemente) entre ambos y ansiábamos verlos compartir.
- ¡ Pero ojo!, poniéndose seria, tú deberás estar junto a Toto, Trudi, por cualquiera eventualidad.
- OK cero problema , responde Trudi.
Más en la intimidad de aquella noche Lorca le refiere a Trudi:
- ¿ Te meterás a la jaula?
- Bueno, eso lo veremos en el momento, pero no creo que sea necesario.
Lorca durmió algo más tranquilo.
Alrededor de las 9 de la mañana ya alimentados por la Madame todos los chimpancés que por una u otra razón estaban en las cercanías de la casa, diremos que su labor la iniciaba a las 5 de la mañana y era ella quien seleccionaba, picaba y repartía buena parte de la fruta que comerían los chimpancés, apenas con la ayuda de uno o dos empleados.
- ¡OK todo el mundo prepararse! Fue la orden de la Madame , abriremos ya la compuerta.
De un momento a otro el ambiente se tornó tenso, cesaron las risas, los empleados tomaron su posición, la madame, junto a Trudi, sólo en espera de que se abrieran las compuertas.
En realidad, sólo eran dos opciones: acogida o rechazo, lo difícil era, en caso de rechazo ¿cómo se manifestaría éste?, ¿sería Toto el que mediante un zarpazo, enviara a Madona lejos de sí?, ¿sería un rechazo marcado por la indiferencia?, ¿sería necesaria la intervención de alguno de los empleados, la madame o Trudi para recomponer la situación?. Parecían eternos los minutos que demoraban los empleados en sacar los grandes fierros que hacían las veces de seguridad entre una y otra jaula. Era una abertura de un metro de alto por 60 o 70 cms. de ancho, por donde debiera pasar Madonna hacia Toto. El silencio era sólo interrumpido por el viento suave, de un día asoleado y por los ruidos que emitían en lontananza los chimpancés del refugio, quienes seguramente ya sabían del recién llegado e intentaban darse a conocer por él. El ruido metálico de los martillos desplazando los cerrojos de fierro y el entrecortado lenguaje de los empleados la única manifestación de presencia humana, casi no se respiraba, era demasiada la tensión, cualquier cosa podía suceder, tensos minutos hasta que se escucha a Gombe, uno de los empleados.
- We are ok Madammme, con voz lenta, melodiosa y arrastrando la letra eme como era su costumbre.
- ¿Are you ready Trudi?
- ¡ Sí,! Se escucha una aseveración firme y desafiante de Trudi…
Un espacio de 30 cms. de desplazamienmto de la puerta corredera permite que Madonna introduzca un pie en la jaula de Toto y haga fuerzas para desplazar el resto de la abertura. Toto sólo observa, alejado unos dos metros la maniobra.
-¡ Push the door Gombe, quick! Se escucha decir a Madamme.
- ¡There we go!...
Madonna vacila por tres segundos, pero luego al percatarse que su cuerpito de 80 cms posiblemente cabía por la puerta semi abierta, no vacila… y entra.
Mira el entorno de la jaula de Toto y se dirige rauda hacia él…
- ¡ Toto: take it easy boy… se escucha a Madame.

Toto parece entenderla la mira y avanza dos pasos hacia Madonna, quien retrocede 30 cms., mira a su alrededor y ve lo que nosotros no vemos y nos paraliza 5 segundos: Toto levanta sus brazos, inclina hacia un lado sobre su cuello su gran cabeza, emite dos o tres ruidos muy suaves, y permita que Madonna dé un ágil salto y se tome de uno de sus grandes brazos, abiertos casi por completo en este momento y cierra su segundo brazo en torno a ella.
- ¡ La puede triturar! Se escucha a alguien.
- No he is embracing her , exclama la Madame , Do you see them Trudi?
- ¡Sí , contesta Trudi La está abrazando!…
- Se escucha un UHF… de relajo y todos aplaudimos y reímos!
- ¡La aceptó explica Gombe el africano.

El resto es anécdota, abrazarse a él, poner su mano en el hombro de Toto, quien inicia una caminata en círculos, siempre cogiendo su frazada que lo acompañaba desde su estadía en el Centro de Peñaflor, fue cosa de tres minutos. Los toques de rigor, las olfateadas, los gestos de tantos años olvidados por Toto, en fin, nos dio la impresión que en cinco minutos ¡ Toto recordó todo!, era SU especie, era SU par, era una chimpancé igual que él.

La emoción nos embargó a todos los presentes,, Trudi y Madame se abrazaban llorando, los ingleses fotografiaban, Lorca observaba a Trudi con ternura, los africanos no paraban de hablar en su dialecto, los veterinarios sólo contemplaban y Alice, se atrevió a decir: fue un día muy hermoso…


Esta y no otra, fue la vivencia que percibió Klotz de Lorca, Trudi y su familia. Pudo “sentir” la emoción de la gente, pudo entender el llanto de Trudi, pudo palpar, la experiencia de Toto. ¿ Qué significó para él vivir (si es que eso fue vivir) por 26 años encerrado, sufriendo lo innarrable en su miserable vida, para luego contrastar con la inmensa emoción que significó para todos los de su alrededor y para sí mismo el volver a lo suyo?. Difícil de comprender para un ser carente de emociones en sus primeros contactos con nosotros, pero si perceptivo hasta el último detalle, y aúnque absolutamente aprendidas, las emociones que Klotz vio aquel día le parecieron algo hermoso, no descriptible ante sus pares, pero lejos de hacerlo capaz de repetir una situación como aquella, le fue señalando el camino de su accionar, permitiéndose, a costa de un retraso muy importante en su experiencia, cual fue el retener y probar la Relatividad del mundo terrestre, en beneficio de la ausencia de sufrimiento alguno para Zé Panchi.

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